¿Qué es la “diabetes del cerebro”? Científico explica su vínculo con la esquizofrenia y salud mental
Tiempo de lectura: 2 minutos Un innovador enfoque postula que fallos en el metabolismo energético del cerebro, similares a una «diabetes cerebral», podrían ser la raíz de enfermedades psiquiátricas graves como la esquizofrenia, la depresión mayor y el trastorno bipolar.
El cerebro, a pesar de representar solo una pequeña parte de nuestro peso, es un órgano voraz en cuanto a energía. Consume hasta un 20% de las calorías que ingerimos, diez veces más que el resto del cuerpo. Este motor de alto rendimiento depende de un suministro constante y bien regulado de glucosa para funcionar.
Pero, ¿qué ocurre cuando este delicado equilibrio metabólico falla? Un grupo de científicos, entre ellos el Dr. Felipe Barros, académico de la Universidad de San Sebastián (USS) y director del Centro de Estudios Científicos (CECs), ha publicado un estudio en la prestigiosa revista Nature Mental Health que propone una respuesta revolucionaria: la «diabetes del cerebro».
Este concepto, desarrollado en el Foro Ernst Strüngmann sobre Neuropsiquiatría Metabólica, realizado en 2024 en Frankfurt, sugiere que las enfermedades psiquiátricas mayores como la esquizofrenia, la depresión mayor y el trastorno bipolar no serían solo un problema de comunicación neuronal, sino una consecuencia de un defecto energético a nivel celular.
El cerebro: un motor con sed de energía
«En pacientes psiquiátricos se ven problemas con el manejo de la energía diez años antes de que debuten con síntomas», explica el Dr. Barros. Esta observación es el pilar de la nueva hipótesis. La investigación señala que, al igual que en la diabetes mellitus, en el cerebro puede producirse una «resistencia a la insulina» local. Las células cerebrales dejan de procesar la glucosa de manera eficiente, generando un déficit energético que, a la larga, afecta a toda la red neuronal y da origen a los síntomas psiquiátricos.
Este fenómeno no es exclusivo de las enfermedades mentales. «En Alzheimer y en Parkinson, las zonas relevantes del cerebro tienen defectos energéticos 20 o 30 años antes«, añade el científico. La diferencia es que ahora se está aplicando esta misma lógica metabólica para entender patologías que, hasta hoy, carecen de tratamientos curativos y se manejan principalmente aliviando los síntomas. El nuevo enfoque apunta directamente a la raíz del problema.
La promesa de la detección temprana
La implicancia más significativa de este hallazgo es la posibilidad de una intervención preventiva. «La gran ventana es la posibilidad de intervención temprana. Teniendo un parámetro medible 10 años antes, se establece una posibilidad de prevención o de minimización del cuadro», subraya Barros. Si se pueden detectar estos marcadores metabólicos en la infancia o adolescencia, se abriría la puerta a terapias farmacológicas, dietéticas o de estilo de vida que podrían evitar o retrasar la aparición de una enfermedad mental grave.
Esta visión integral también conecta con otras áreas de investigación en auge, como la microbiota. La salud de nuestro ecosistema intestinal influye directamente en el cerebro, ya que las bacterias producen compuestos que viajan por la sangre y afectan a células clave como los astrocitos, encargados de nutrir a las neuronas.
«Ahora vemos que la microbiota afecta el comportamiento del astrocito, que a su vez controla la neurona. Estas cadenas causales están comenzando a establecerse«, concluye el Dr. Barros.