Salud Mental al Día: Cómo abordar la depresión en adolescentes
Tiempo de lectura: 2 minutos El psicólogo e investigador joven del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Ansiedad (MIDAP), Javier Morán, destacó el beneficio del apoyo familiar en los procesos durante la adolescencia temprana.
La «edad del pavo» es un término comúnmente usado para describir los cambios de humor y comportamientos desafiantes de los adolescentes. Sin embargo, detrás de esta popular expresión, se esconde una realidad preocupante: la depresión en la adolescencia temprana (10-14 años) se está manifestando de formas que a menudo son malinterpretadas, confundiéndose con el desarrollo normal de esta etapa.
A diferencia de la depresión en adultos, los adolescentes no siempre presentan la tristeza o anhedonia clásica, sino que su malestar puede expresarse a través de irritabilidad, encierro, portazos, o síntomas somáticos como dolores de cabeza y abdominales. Esta dificultad en la identificación temprana, tanto por parte de padres como de profesionales de la salud, ha generado una brecha significativa en el diagnóstico y tratamiento oportuno.
Esta adolescencia temprana, entre los 10 y 14 años, representa una etapa crítica donde la depresión es, a menudo, subdiagnosticada. Frente a este escenario, especialistas chilenos liderados por el psicólogo e investigador del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP), Javier Morán, impulsan nuevas guías clínicas centradas en la familia.
Desafíos en el diagnóstico y la intervención
Para Morán, la relevancia está en diferenciar la depresión en adolescentes de las otras etapas de la vida: «Hay otra serie de procesos que empiezan a ocurrir a nivel cerebral y endocrino entre los 10 y 14 años que son clave». Uno de los principales problemas radica en que los síntomas depresivos en esta franja etaria suelen ser «subclínicos», es decir, no encajan con los criterios esperados, lo que lleva a que muchos casos pasen desapercibidos.
«En general, no ha habido despreocupación, sino poca información de lo que pasa. Esto no le llega a los papás, tampoco a los profesionales que están interviniendo», enfatiza Morán.
Esta falta de comprensión y herramientas se extiende también a los profesionales de la salud, quienes muchas veces no cuentan con la formación especializada para abordar la complejidad de la depresión en este grupo.
La mentalización como herramienta
Investigadores del MIDAP han desarrollado una guía clínica para el abordaje psicoterapéutico de adolescentes de 10 a 14 años con diagnóstico de depresión. A diferencia de las guías GES, que abordan la depresión desde los 15 años, esta nueva propuesta no es GES y enfatiza una menor medicalización y un mayor trabajo con la familia.
«La diferencia importante es que, las recomendaciones que proponen este tipo de guías, le ponen mucho más énfasis a medicalizar menos y a hacer un trabajo mucho más fuerte con la familia», afirma el psicólogo.
De acuerdo con el especialista, el pilar central de esta intervención es la mentalización, definida como la capacidad de comprender los estados internos propios -pensamientos y emociones- y los de los demás. «Esta empatía que dicen que los adolescentes no tienen, es una habilidad central para eso. Tiene mucho sentido que la familia también tengan estas habilidades y puedan fortalecer aquello que se transforma en un factor de riesgo«.
Actualmente, el equipo de Morán busca capacitar a profesionales de la salud pública en estas nuevas directrices, con el objetivo de llevar la investigación a la práctica clínica y, eventualmente, realizar un ensayo clínico para validar la intervención en mentalización como una estrategia recomendada en guías clínicas nacionales.