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Dieta mediterránea reduciría en un 36% el riesgo de depresión en universitarios

Dieta mediterránea reduciría en un 36% el riesgo de depresión en universitarios

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio destaca los beneficios de la dieta mediterránea y llama a repensar las políticas de salud pública, integrando la nutrición como una herramienta frente al aumento de problemas de salud mental en la juventud.

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Un estudio presentado en el Congreso Internacional de Nutrición (ICN 2025) en París, Francia, vincula la dieta mediterránea y la salud mental de los universitarios chilenos. La investigación, que incluyó a 934 estudiantes de primer año, reveló que aquellos con una adherencia moderada o alta a este patrón alimentario presentan un 36% menos de riesgo de síntomas depresivos.

Estos hallazgos, publicados en la revista Cadernos de Saúde Pública, subrayan la importancia de la alimentación como un pilar en la prevención de problemas de salud mental, especialmente en un contexto donde el estrés académico y la disponibilidad de alimentos ultraprocesados son constantes desafíos.

La dieta mediterránea, reconocida globalmente por sus múltiples beneficios para la salud, se caracteriza por un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva y lácteos, limitando las carnes rojas y los alimentos ultraprocesados.

«Hemos comprobado que una mayor adherencia a este patrón alimentario se relaciona con una menor prevalencia de síntomas depresivos en estudiantes universitarios», afirmó la Dra. Gladys Morales, profesora asociada de la Universidad de La Frontera y autora principal del estudio.

Patrón alimentario protector

Este patrón, rico en nutrientes esenciales, parece ofrecer un factor protector para la salud mental. Sin embargo, a pesar de contar con un ecosistema privilegiado para la producción de estos alimentos, solo una de cada diez personas en Chile sigue habitualmente este patrón.

El estudio también expuso la vulnerabilidad de la población estudiantil frente a la salud mental, con un 24% de los universitarios presentando síntomas de depresión, 29% de ansiedad y 38% de estrés. Las diferencias de género fueron significativas, con una mayor prevalencia de estos problemas en mujeres.

Alimentos como frutas, verduras, pescado y palta se asociaron con un menor riesgo de depresión, mientras que la ingesta elevada de cereales ultraprocesados mostró un efecto contrario, probablemente debido a sus aditivos y azúcares añadidos.

Hacia un modelo chileno de dieta mediterránea

La Dra. Morales destacó en su ponencia «Mediterranean Diet in Chile: A Global Model for Sustainable Nutrition and Health» en el ICN 2025, que Chile tiene condiciones únicas para desarrollar un modelo propio de dieta mediterránea. «Chile es uno de los cinco ecosistemas mediterráneos en el mundo. Contamos con producción local de aceite de oliva, vino, frutas, verduras, legumbres, pescados, mariscos y frutos secos, lo que hace viable este patrón alimentario», enfatizó.

La adopción de esta dieta en Chile, según la investigadora, debe ir más allá de los cambios individuales, articulándose como una política de Estado que involucre a los sectores de salud, medioambiente y agropecuario. Esto implica apoyar a productores locales, fortalecer programas escolares y comunitarios, e implementar incentivos fiscales que favorezcan los alimentos saludables por sobre los ultraprocesados.

Según Morales, a pesar de los beneficios de la dieta mediterránea, que incluyen la reducción de enfermedades cardiovasculares, la prevención de la diabetes tipo 2 y una mejor salud cognitiva, persisten barreras estructurales en Chile. La ausencia de incentivos fiscales, el predominio de alimentos ultraprocesados en los campus universitarios y una débil articulación intersectorial impiden una adopción más amplia.

La investigadora plantea la necesidad de implementar políticas integrales que incluyan impuestos a los alimentos ultraprocesados y subsidios a los saludables, además de reforzar la educación alimentaria y nutricional. La Ley de Composición Nutricional de los Alimentos ha sido un paso importante, dice la especialista, pero su alcance debe extenderse a la educación superior para fomentar hábitos saludables en la población juvenil.


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