Estudio arroja que el 88% de los escolares chilenos tiene dificultades lectoras
Tiempo de lectura: 3 minutos Un estudio de la Universidad de Chile destaca que, si bien la mayoría de los escolares reconoce la importancia de leer, un preocupante 88% enfrenta algún grado de dificultad, percibiendo esta actividad como «difícil y aburrida».
Una reciente investigación liderada por Elvira Jéldrez y Macarena Silva, ambas investigadoras del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, analizó la motivación y las habilidades lectoras en estudiantes de 2° a 6° básico, revelando patrones preocupantes y desafiantes para el ámbito educativo.
El estudio, publicado en la revista científica Reading and Writing, arrojó que un 88% de los escolares evaluados presenta algún tipo de dificultad lectora. Este dato, que supera las expectativas de la literatura previa, subraya la urgencia de implementar estrategias pedagógicas más efectivas.
La investigación se centró en cómo diversas dimensiones de la motivación se vinculan con los problemas de comprensión, evaluando a 120 estudiantes mediante pruebas estandarizadas y un cuestionario de motivación.
Los cuatro perfiles de lectores chilenos
El estudio permitió identificar cuatro perfiles de lectores, que se alinean con la bibliografía existente, pero con porcentajes que invitan a la reflexión:
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Dificultades de decodificación (42%): Este grupo, el más numeroso, muestra problemas para leer palabras escritas, a pesar de tener una comprensión oral adecuada.
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Dificultades generales (28%): Aquí se encuentran estudiantes con bajos resultados en todas las áreas evaluadas: decodificación, comprensión oral y comprensión lectora.
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Dificultades de comprensión (18%): Logran leer palabras escritas correctamente, pero tienen problemas para entender tanto textos orales como escritos.
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Buenos lectores (12%): Constituyen una minoría, con puntajes sobre el promedio en todas las pruebas, demostrando capacidad para leer y comprender textos eficazmente.
«Los perfiles encontrados se alinean con los propuestos en la literatura, pero encontramos un porcentaje mayor a lo esperado de niños con algún tipo de dificultad. Además, hay niños con dificultades en decodificación en todos los niveles educativos, incluso 6° básico», enfatiza Macarena Silva, lo que sugiere que las dificultades no se resuelven espontáneamente con el avance escolar.
La paradoja de la motivación lectora
Uno de los resultados más llamativos del estudio reside en la compleja relación entre la motivación y la percepción de dificultad. Se evaluaron dos dimensiones: el autoconcepto lector (percepción de competencia) y la valoración de la lectura (si se percibe como importante, útil y placentera).
Contrariamente a lo que se podría esperar, los estudiantes con dificultades generales fueron quienes más valoraron la lectura, pero al mismo tiempo la reportaron como «muy difícil y aburrida«. En contraste, los buenos lectores percibieron menos dificultad, pero fueron quienes asignaron menor valor a la lectura como actividad placentera o atractiva.
«Es posible que los niños con dificultades están más conscientes del valor de la lectura, pero al mismo tiempo la consideran muy difícil y que requiere mucho esfuerzo. Al contrario, los buenos lectores no experimentan esta dificultad, pero tampoco consideran la lectura una actividad atractiva», explica Macarena Silva.
Elvira Jéldrez añade que no se encontraron diferencias significativas en el autoconcepto lector entre los distintos perfiles, lo que sugiere que la percepción de competencia no varía drásticamente. Esto implica que las intervenciones deben ir más allá de solo reforzar habilidades. «Hay que trabajar la lectura explícitamente, reforzando positivamente los esfuerzos de los niños y niñas, considerando sus intereses lectores e incluyendo actividades lectoras abordables que les permitan mejorar su percepción de logro», propone Jéldrez.
La investigación, que también contó con la participación de la profesora Kate Cain de la Universidad de Lancaster, concluye que la motivación lectora no es un fenómeno homogéneo. Un estudiante puede valorar profundamente la lectura, pero simultáneamente percibirla como una tarea ardua y poco gratificante. Comprender estas sutilezas es crucial para diseñar políticas educativas y estrategias pedagógicas que no solo fortalezcan las habilidades lingüísticas, sino que también cultiven el gusto y la motivación intrínseca por la lectura.
Como señala Elvira Jéldrez: «La comprensión lectora es una actividad motivada, es decir, es intencional, requiere esfuerzo y dedicación. Por lo tanto, necesitamos educar lectores motivados, que aprecien la importancia y gratificación de la lectura y que se sientan capaces de completar las actividades lectoras».