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Erosión de suelos: el impacto invisible de la deforestación y la pérdida de cobertura vegetal

Erosión de suelos: el impacto invisible de la deforestación y la pérdida de cobertura vegetal

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Tiempo de lectura: 3 minutos Especialistas de la Universidad de Concepción advierten que la deforestación y la degradación de los territorios no solo incrementa la erosión, sino que afecta directamente la composición química y biológica del suelo.

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El deterioro de la cobertura forestal intensifica la erosión de los suelos, alterando su composición química y biológica. Según académicos de la Universidad de Concepción, la pérdida de los bosques y plantaciones reducen la retención de agua, debilita la capa orgánica, afecta a la diversidad de microorganismos y a la fauna.

El desgaste del suelo puede producirse de forma natural, producto de la lluvia y el viento, pero también por la intervención del ser humano, como la deforestación, el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y su mala gestión. Sin embargo, siguen existiendo fenómenos multifactoriales que dependen de las condiciones de la superficie o de la vegetación, siendo algunos más o menos susceptibles a este fenómeno.

El proceso de erosión de los suelos está compuesto por tres etapas: la primera es el desprendimiento; la segunda, el transporte del material, ya sea por agua o por viento; y, por último, la sedimentación, que corresponde a la acumulación de lo arrastrado en un nuevo lugar.

La académica de la Universidad de Concepción, Tamara Gorena Hernández, indicó que “cuando tenemos suelos muy erosionados y degradados, las lluvias altas e intensas provocan movimientos de masa importantes. Estos afectan directamente a la ciudadanía, donde se produce el colapso y la caída de barro y agua sobre las casas”.

Las raíces de los árboles, tanto nativos como introducidos, ayudan a reducir el desprendimiento, manteniendo el terreno en su lugar. Además, “la erosión de los suelos se produce por una multitud de factores. Si bien el follaje es importante, la pendiente también es relevante. Por lo tanto, no podemos plantar cualquier especie en pendientes altas: hay que equilibrar la vegetación y las prácticas que podamos aplicar para evitarla”, explicó Gorena.

Crédito: Esteban Paredes Drake, DirCom UdeC

El rol de las especies nativas

La pérdida de la cobertura de bosque nativo trae consigo un impacto a corto y largo plazo en la estructura de la tierra. “Si hay un incendio, por ejemplo, se eliminará toda la capa vegetal, la cual permite que el agua ingrese de manera más lenta, ayudando a disminuir el impacto de la gota de lluvia sobre el suelo”, señaló la académica de la Facultad de Ciencias Forestales.

Por otro lado, las especies nativas tienen una tasa de degradación de hojas más alta, lo que enriquece el suelo con materia orgánica, mejora su composición química y, a su vez, contribuye a la biodiversidad.

“Cada organismo vegetal, según lo que se ha estudiado, tiene ciertos exudados, es decir, compuestos que se producen y se expulsan al terreno, y que se asocian a determinadas biotas, hongos y bacterias únicas de ese lugar”, resaltó el académico de la Facultad de Ciencias Forestales UdeC y director del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), Aníbal Pauchard.

La pérdida de la cobertura de los bosques afecta directamente la calidad y la estructura del terreno. Este se va simplificando, volviéndose más propenso a la erosión y conduciendo a la falta de la capa orgánica.

Consecuencias de la pérdida de zonas arbóreas

Por esa razón, el daño a la vegetación tiene un impacto directo en el ciclo hídrico, especialmente en la intercepción de la precipitación y en la biodiversidad. Por lo tanto, “donde ha existido bosque nativo por muchos milenios, lo más importante es mantener esa cobertura. Es fundamental la identidad de las especies”, recalcó Pauchard.

Ambos especialistas coinciden en que la pérdida de estos espacios no solo afecta la calidad del suelo, sino que también incide directamente en el ecosistema. “En los bosques nativos, en términos funcionales los árboles son los dominantes, pero estos no están solos (…) hay una biodiversidad que está alojada y asociada a esta cobertura arbórea”, puntualizó el académico.


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